La fuerza no es sólo el reverso de la fragilidad, sino su secreto; pues lo fuerte habita en la intimidad de lo frágil. Atender a lo más sutil y seguir su movimiento supone desplegar, silenciosamente, una fuerza inmensa. En polymorph dance escuchamos las voces silentes del cuerpo para así alumbrar nuevas formas de ser y de moverse. Damos vida a lo que en el cuerpo permanece callado u olvidado y está, por ello, aparentemente muerto. Las danzas más poderosas —o incluso titánicas— surgen justamente de ahí.
La danza me interesa en tanto que expresión de la variedad misma en la que la vida consiste, y es así como la abordo. Imagino, por ejemplo, qué y cómo sintió la primera célula que se abrió paso a la vida en nuestro planeta, y que ese sentir suyo — del agua, el sol, la gravedad … — dio en perfilarla. Imagino que lo que esa célula hizo fue, por de pronto, moverse y sentir y, combinando lo uno y lo otro, pensar. Por ello, polymorph dance busca despertar la sensibilidad y su poder evocativo, investigar los orígenes terrestres del movimiento y pensar cuanto, al movernos y sentir, experimentamos y vivimos.
En las clases de polymorph dance exploramos juntos.
Exploramos lo que somos por separado y lo que somos juntos. Y, por medio de ello, exploramos lo que podemos devenir, aquello en lo que podemos transformarnos. Como en un teatro, dejamos que las cosas sucedan y cuidamos de su acontecer. Polimorfo es una palabras de raíz griega que alude a aquello que tiene o puede tener «múltiples formas». La vida es transfiguración. Nos transformamos queriendo explorar, sentir, movernos, saber… Por lo mismo, polymorph dance es una danza de transformación, de cambios unas veces fugaces y bruscos, otras veces meditativos y lentos. Comoquiera que sea, siempre partimos de un estado de ser o bien llegamos a él: nos entregamos a la magia de la metamorfosis.
A mis ojos, todo cuerpo es una síntesis posible de materia y de espíritu atravesada por fuerzas que son tan antiguas como la vida misma. Una danza perfecta sería una danza tan ardiente y poderosa como esta última y, a la vez, tan frágil como para poder ser destruida por un soplo del viento; pero también una danza que discurriera por entre los pliegues de espíritu y materia que componen el cuerpo extrayendo de él las fuerzas que tejen y destejen el mundo.
He aquí, por tanto, algo o mucho de lo que hacemos en polymorph dance:
- Bailamos desde las sensaciones y desarrollamos nuestra intuición
- Nos escuchamos a nosotros mismos y unos a otros, es decir, escuchamos nuestros cuerpos (su presente, pasado y futuro), así como el espacio-tiempo de la sala
- Aprendemos a seguir y acompañar
- Aprendemos a bailar de otra manera con música, pero también sin más música que la del cuerpo
- Exploramos nuestra estructura corporal
- Investigamos el movimiento en cuanto tal y aligeramos nuestro cuerpo para hacerlo permeable a fuerzas inmemoriales
- Jugamos con la imaginación al trasluz de la unidad diferencial de los opuestos (blanco/negro, luz/oscuridad, vida/muerte) y desarrollamos nuestra imaginación en general
- Danzamos las contradicciones que traman nuestras vidas y de las cuáles están hechos nuestros cuerpos
- Soñamos con los ojos abiertos
Polymorph dance combina butō con la exploración de movimiento propia de la danza contemporánea, o lo que es lo mismo, invita tanto a nadar y bailar en la superficie del mar como a bucear y danzar en sus profundidades saltando de un ámbito al otro… cayendo hacia lo alto y ascendiendo hacia lo profundo. En algunas clases jugamos con Poseidon, el dios del abismo oceánico, mientras que en otras nuestro compañero es Proteo, el dios de las olas. No aprendemos cómo bailar, sino que indagamos de dónde surge y a dónde puede conducir el movimiento. La danza emana de forma natural de esta indagación, que hace de toda danza una danza única.